martes, 25 de agosto de 2020

RECURSOS EDUCATIVOS DIGITALES DE ACCESO ABIERTO 56

 


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FIESTA DE LA LECTURA

LA MAGIA DE LEER...

CUENTOS POPULARES

UN APORTE EDUCATIVO Y CULTURAL  6

# CULTIVEMOS LA LECTURA

# APRENDAMOS JUNTOS EN CASA


#AGOSTO MES DE LAS ARTES  #CULTURA EN CASA 

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¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LEER?


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NIDO DE LECTURA 

EN LA TRADICIÓN ORAL ECUATORIANA


LEYENDAS DE QUITO - 

GALLO DE LA CATEDRAL


LEYENDA EL GALLO DE LA CATEDRAL

Don Ramón Ayala y Sandoval era un sujeto que tenía mucho dinero y que además le encantaba la vida nocturna.

Entre sus aficiones preferidas destacaba el tocar la guitarra y desde luego el beber acompañado de sus amigos. Se decía que su corazón le pertenecía a Mariana, una joven que vivía en las cercanías de su hacienda.

La rutina diaria de don Ramón no cambiaba en absoluto. Se levantaba a las 6:00 de la mañana y después se disponía a desayunar. El almuerzo consistía en un bistec asado acompañado de papas y huevos fritos. Todo eso acompañado de una taza de humeante y espumoso chocolate.

Luego de saciar su apetito, se dirigía a la biblioteca, en donde disfrutaba leyendo un rato. Posteriormente, regresaba a su habitación para tomar una “merecida” siesta.

Después se levantaba de la cama para bañarse, pues debía estar listo para salir por la tarde. Don Ramón paseaba por las calles, hasta llegar al local de vino de Mariana (a quien apodaban la Chola).

Ya con unas copas encima,– ¡Qué gallito! ¡Qué disparate de gallo!
Luego, don Ramón caminaba por la bajada de Santa Catalina. Entraba en la tienda de la señora Mariana a tomar unas mistelas.
Allí se quedaba hasta la noche. Al regresar a su casa, don Ramón ya estaba coloradito.
Entonces, frente a la iglesia de la Catedral, gritaba:
 ¡Para mí no hay gallos que valgan! ¡Ni el gallo de la Catedral!
Don Ramón se creía el mejor gallo del mundo! Una vez al pasar, volvió a desafiar al gallo:
 ¡Qué tontería de gallo! ¡No hago caso ni al gallo de la Catedral!
En ese momento, don Ramón sintió que una espuela enorme le rasgaba las piernas. Cayó herido.
El gallo lo sujetaba y no le permitía moverse. Una voz le dijo:
 ¡Prométeme que no volverás a tomar mistelas!
– ¡Ni siquiera tomaré agua!
 ¡Prométeme que nunca jamás volverás a insultarme!
– ¡Ni siquiera te nombraré!
 ¡Levántate, hombre! ¡Pobre de ti si no cumples tu palabra de honor!
– Gracias por tu perdón gallito.
Entonces el gallito regresó a su puesto.
¿Cómo pudo bajar de la torre si ese gallo es de fierro?
Ya pueden imaginarse lo que sucedió: los amigos de don Ramón le jugaron una broma, para quitarle el vicio de las mistelas.el hacendado una noche se topó con un gallo de pelea, al que retó a un duelo.

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